Señor Editor de Betania Soy un lector de México, del Distrito Federal, y le voy a referir lo que me ocurre con Betania. Desde que usted ha anunciado su deseo de que enviemos dinero a mi me da idea de no entrar más. Le digo la causa: como nunca voy a poder enviarles nada, pues tengo mala conciencia y así si no pago no entro. Comprendo que es un sentimiento complicado pero es lo que pienso. Siempre he sido sincero Atentamente Juan Romero NOTA DEL EDITOR.- La verdad es que nos ha sorprendido su correo. Intentamos que, quien pueda colaborar con nosotros, pues lo haga. Y quien no pueda pues que no lo haga. Betania va a seguir y quiere servir a todos los lectores. Abandone su mala conciencia y téngala tranquila.
Soy un cura –ya viejo—de la diócesis de Valladolid y la verdad es que creía que yo pagaba a las páginas que entraba y, por tanto, a Betania. Suponía, pues, que con el pago de mi conexión a Internet y el gasto de mi línea telefónica servía para abonar los diferentes servicios que recibía. Pero me entero por Betania que no es así. Y estoy un poco sorprendido. Voy a intentar ayudarles en la medida de mis posibilidades que no son muchas. También quería decirle al editor que aunque tenga merito la labor desinteresada que está haciendo, debería haber procurado ingresos para Betania. ¿No es usted un editor de publicaciones? Pues debería haber buscado la forma de que Betania fuera rentable. Aunque esto pudiera parecerle demasiado brusco se lo digo muy sinceramente. Reciba, señor Editor, mi bendición sacerdotal Padre José NOTA DEL EDITOR. Tiene razón el Padre José. Betania debería ser un medio de comunicación comercial y rentable. Pero ocurre que el poco conocimiento del Editor del ambiente de las publicaciones católicas ha hecho que no haya nunca profundizado en la posibilidad comercial de Betania. Y, por otra parte, está muy generalizada la idea de que con el coste de la conexión a Internet todos los contenidos y servicios son gratuitos, o no tienen coste. Y no es así. Gracias sinceras por su bendición.
Quiero felicitar al señor David Llena por su magnífico artículo de agradecimiento y recuerdo a todos los que han engrandecido su vida cristiana. Ese recuerdo a los pastores que han llenado su vida es muy emocionante y todos debemos dar muestras de gratitud a quienes fueron co-autores con Dios de nuestra presencia en el Reino. Maria Fernanda Urrutia NOTA DEL EDITOR.- Totalmente de acuerdo. Tiene razón esta lectora de Buenos Aires y aplica ese viejo refrán que dice: “Es de bien nacidos, ser agradecidos”. Lo importante, a nuestro juicio, que ha hecho David Llena con su artículo es presentar un grupo muy notable de pastores que, sin duda, forman parte de la historia espiritual de David y de otra mucha gente.
Me gustó la Carta del Editor sobre que los “tempos” de Dios no son los nuestros. Pero no me gusto el titulo. Dios puede gobernar el mundo con renglones torcidos que llegan a un camino de verdad, pero nunca los caminos de Dios son torcidos. Luis F. Sanz NOTA DEL EDITOR.- Bueno, era una licencia literaria. Si título la Carta de manera poco pensada: “Los caminos” cuando tendría que haber sido los “renglones”. Pero una vez visto el título en la red, el Editor decidió no cambiarlo. La realidad es que caminos y renglones pueden ser sinónimos. Y que, asimismo, a veces, caminos y renglones parecen incomprensibles, aunque al final todo se entenderá mejor. Jesucristo dijo a la monja y mística inglesa de la Edad Media: “Todo al final saldrá bien”.
Estimados Hermanos en Cristo como he buscado en Internet y no he encontrado esta respuesta me atrevo a preguntarles a ustedes para que me orienten como saber en que ciclo litúrgico nos encontramos en el (A), (B) o (C) y por qué Rosa Mary NOTA DEL EDITOR.- No sabemos desde donde nos escribe esta lectora. Ya por correo electrónico le respondimos que, en efecto, estábamos en el Ciclo B. Pero no sobre el por qué, el cual es sencillo. Se trata de que exista una variedad en las lecturas de los diferentes ciclos y que, además, vayan apareciendo un mayor número de ellas. Lo habitual es que un evangelista de los sinópticos “corone” cada uno de los ciclos. Así en este B se leen, mayoritariamente, en domingo los evangelios de Marcos. En el ciclo A es San Mateo y en el C San Lucas. Fuera de los sinópticos pues San Juan ocupa muchas doménicas por ejemplo, en el tiempo de pascua como ocurre ahora.
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