Tercer Domingo de Adviento
12 de diciembre de 2004
PRIMERA LECTURA LECTURA DEL LIBRO DE ISAÍAS 35, 1-6a. 10 El desierto y el yermo se regocijarán, se alegrarán el páramo y la estepa, florecerá como flor de narciso, se alegrará con gozo y alegría. Tiene la gloria del Líbano, la belleza del Carmelo y del Sarón. Ellos verán la gloria del Señor, la belleza de nuestro Dios. Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes; decid a los cobardes de corazón: -- Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios, que trae el desquite; viene en persona, resarcirá y os salvará. Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará. Volverán los rescatados del Señor, vendrán a Sión con cánticos: en cabeza, alegría perpetua; siguiéndolos, gozo y alegría. Pena y aflicción se alejarán. Palabra de Dios |
SALMO RESPONSORIAL SALMO 145 R.- VEN, SEÑOR, A SALVARNOS. El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente, El Señor abre los ojos al ciego, Sustenta al huérfano y a la viuda |
SEGUNDA LECTURA LECTURA DE LA CARTA DEL APÓSTOL SANTIAGO 5, 7-10 Tened paciencia, hermanos, hasta la venida del Señor. El labrador aguarda paciente el fruto valioso de la tierra, mientras recibe la lluvia temprana y tardía. Tened paciencia también vosotros, manteneos firmes, porque la venida del Señor está cerca. No os quejéis, hermanos, unos de otros, para no ser condenados. Mirad que el juez está ya a la puerta. Tomad, hermanos, como ejemplo de sufrimiento y de paciencia a los profetas, que hablaron en nombre del Señor. Palabra de Dios |
ALELUYA Is 61, 1 El Espíritu del Señor está sobre mí; me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres |
EVANGELIO LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 11, 2-11 En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio de sus discípulos: -- ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro? Jesús les respondió: -- Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. ¡Y dichoso el que no se sienta defraudado por mí! Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: -- ¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta? Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito: "Yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare el camino ante ti”. Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él. Palabra del Señor |